“Carta Primera
[….] La religión, o mejor dicho, la superstición está tan íntimamente unida a la vida española, tanto pública como privada, que temo cansarle con mi continua referencia a ella. [….] Pero si quiere usted conocer a fondo el carácter nacional de mi país, tiene también que conocer a fondo el caracter de la religión nacional. La influencia de la religión en España no conoce límites y divide a los españoles en dos grupos: fanáticos e hipócritas. [….] En un país en el que la ley amenaza con la muerte o la infamia a todo disidente del tiránico dogmatismo teológico de la Iglesia de Roma, donde todo el mundo es no sólo invitado, sino forzado bajo pena de cuerpo y alma al cumplimiento de esta ley, ¿no se le concede una influencia indebida y tiránica al partido religioso? ¿No están condenados los disidentes ocultos a una vida de degradante sumisión o desesperado silencio? [….]
Carta Tercera
[…] Los diversos efectos de esta confesión religiosa en su más pura y genuina expresión sobre mi país, mis amigos y sobre mí mismo, han sido objeto de mi más seria atención desde que empecé a tener uso de razón hasta el momento de escribir estas líneas. Si el resultado de mi experiencia llevara a la conclusión de que la religión, tal como se enseña y observa en España, es causa de intensos sufrimientos para los hombres buenos y honrados y de burda depravación para los ignorantes y duros de corazón, y que además es un obstaáculo insuperable para el desarrollo de la inteligencia y que favorece abiertamente la ignorancia establecida y el mas estúpido fanatismo, y que necesariamente fomenta la reserva y el disimulo en los ciudadanos mejores y más capaces del país, que tiene que detener o impedir el cultivo de las mas nobles virtudes públicas como son la sinceridad y la valentía política, si todo esto y mucho más, que no puedo expresar en la forma abstracta de simples proposiciones, empieza a ser conocido por medio de la sencilla narración de un oscuro individuo, espero no ser acusado de la estúpida vanidad de atribuir una importancia decisiva a las sucesos y a las reflexiones personales que van a llenar las siguientes páginas. […] Pero sería muy largo y tedioso dar a conocer todos los eslabones con los que la Inquisición ha formado la cadena que ata y paraliza las inteligencias de este país. […] Al escribir se puede evitar fácilmente la heterodoxia, pero ¿quién estaraá seguro de que sus conclusiones no tienen «sabor a herejía» (sapiens haeresim), y que ninguna de sus frases son de esa burda especie que puede «herir los oídos piadosos» (piarum aurium offensivas)? ¿Quién se aventurará a caminar por el sendero de la cultura, cuando conduce derechamente a las carceles de la Inquisición? […]”
Autor: José Blanco White
Els fragments anteriors, que expliquen com el fanatisme religiós obstaculitzava el desenvolupament cultural de l’Espanya del segle XIX, corresponen a “Cartas de España” (1972), una traducció al castellà d’Antonio Garnica de les originals en anglès, “Letters from Spain”, de l’andalús, exiliat a Anglaterra, José Blanco White (1775-1841), publicades a la revista “The New Monthly Magazine” (1821) i posteriorment, el 1822, també en forma de llibre.
Oriol López
Em sembla magnífic i sempre molt oportú que t’ocupis d’aquesta qüestió perquè a mi em sembla fonamental. I crec que convé encara anar estirant més aquest fil fins a arribar a conclusions encara més generals, perquè ve de més antic, de sempre, i arriba descaradament fins a avui mateix en formes subtilment “democràtiques”.
Efectivament, Ramon, aquest és un substrat que avui encara és molt, massa, present pertot a la nostra societat i que encara ens impedeix d’avançar al ritme que ens caldria. Gràcies per la teva aportació i pel teu comentari.